Tristeza, señal de ayuda y de empatía

¿Sabes identificar la necesidad de ayuda de algún ser querido sin que te lo pida? Sí, las palabras no son necesarias para pedirla. Existen señales de empatía, socorro o acompañamiento debidos a alguna perdida que se ven, pero no se oyen. Son los indicadores no verbales de la emoción de tristeza.

Psicología de la tristeza

Las emociones son sistemas psicosomáticos de reacción y comunicación que tienen características específicas para cada una de las emociones, como una base biológica específica. La tristeza se expresa de la misma forma en todos los seres humanos, aunque algunos primates tienen una forma expresiva particular y la expresan de forma espontánea (entre otros factores). 

Las emociones primarias que cumplen estas características son siete.  Al igual que las otras seis, la tristeza activa ciertos circuitos neuronales, que en este caso están originados en la amígdala izquierda (Adolphs et al., 1996).

Según la psicología evolucionista, la utilidad de esta expresión para la supervivencia no es muy útil, motivo por el cual su reconocimiento facial es limitado a cierta distancia. Se reconoce fácilmente de cerca (proximal), pero difícilmente de lejos (Smith y Shyns, 2009).

Si es cierto que otros autores como Izard (1977) asignan algunas funciones sociales a las emociones. En el caso de la tristeza, sirve para llamar la atención de otras personas para ayuda, y como motivador de la conducta para acercarse a otros en busca de comprensión y aceptación (Lazarus, 1991). Por lo tanto, esta emoción tiene una función muy importante de unión y soporte entre los miembros de una comunidad (familia, pareja, barrio, tribu…).

Probablemente, la micro expresión facial de tristeza sea una de las más interesantes de identificar para terapeutas y sanitarios, ya que el filtraje inconsciente de esta emoción es una señal no verbal muy útil para evitar conductas dañinas o suicidas.

Tristeza, pena, depresión... ¿Son hermanas?

La pena, la aflicción o la depresión comparten algunas características con la tristeza (Lazarus, 1991), aunque se consideran estados afectivos más amplios. Es decir, no son emociones concretas, sino experiencias subjetivas más complejas que pueden englobar una emoción específica, normalmente la tristeza (Bonano, 2001), y otras características. 

Ambas tienen en común el procesamiento de una pérdida o daño percibido, pero la intensidad y la prolongación son distintas: la pena o la depresión son estados mucho más duraderos (hasta años) e intensos (hasta provocar traumas o trastornos). En cambio, la tristeza es una emoción simple que surge espontáneamente y perdura pocos segundos (incluso décimas de segundo).

El lenguaje no verbal de la tristeza

La tristeza es muy visible en la cara. Pero también es fácilmente visible en otras partes del cuerpo. Entre los indicadores del lenguaje corporal de la tristeza se encuentra el decaimiento, no solo emocional, sino del cuerpo en general. La postura corporal se suele reducir, los hombros se caen, al igual que la mirada y la cabeza. No siempre aparecen todos ellos, ni de forma conjunta ni simultánea, pero estas son formas expresivas de esta emoción.

No hay que olvidar que la tristeza (así como el miedo y otras emociones) es fácilmente reconocible en la voz. El volumen se reduce, puede que se produzcan interrupciones, carraspeo y llantos.

Otro comportamiento relacionado con la tristeza es la secreción de las lágrimas. Debido a su poca investigación y acuerdo científico sobre patrones psicofisiológicos y conductuales, no la trataremos aquí.

Los indicadores no verbales de la expresión facial de tristeza son:

  • Elevación de las puntas interiores de las cejas
  • Contracción de las cejas
  • Descenso de las comisuras labiales
  • Mirada desenfocada o hacia abajo
  • Descenso de la cabeza

El lenguaje corporal también tiene señales no verbales especificas como el encogimiento de hombres, pecho escondido, postura cerrada, y una valencia general baja.

Conclusión

Vale la pena estar atento a las señales no verbales de tristeza, ya que significan que alguien necesita ayuda. Gracias al lenguaje no verbal podemos ser capaces de detectar mucho mejor nuestras necesidades y las de los demás, para establecer relaciones más transparentes y de calidad.