El objetivo principal de esta emoción es la exploración. Queremos saber que ocurre cuando algo nos sorprende. Esta emoción responde a las preguntas ¿Qué es? ¿Qué pasa?
La conducta emocional de la sorpresa dirige la atención ante estímulos desconocidos o nuevos (Izard, 1991: Ekman 1992). Por eso activa procesos cognitivos relacionados con la memoria y la atención, aunque la actividad cardiaca se reduce. Es como si nos quedáramos en blanco por unos milisegundos para reprogramar nuestro sistema nervioso (Tomkins, 1962). Gracias a esto la capacidad de memorizar lo que está ocurriendo mejora (Meyer et al., 1997).
Uno de los efectos de la sorpresa puede ser el aumento del tiempo de respuesta ante situaciones, ya que provoca un proceso cognitivo de evaluación y actuación que condiciona el comportamiento (Meyer, Reisenzam y Schutzwohl, 1997).