
¿Quién no se ha enfadado alguna vez? Todos estamos expuestos a ver a compañeros de trabajo, familiares o a nuestra pareja, con cara de enojo. ¿Pero cómo lo sabes? ¿Eres capaz de distinguirlo de otras expresiones faciales?
Según la teoría de la recalibración de la ira (Sell, 2017), esta emoción tiene una función social de regular las relaciones. Las personas hacemos un cálculo coste-beneficio (Walfare tradeoff ratio – Dalton & Robertson, 2016) cuando tiene lugar un conflicto de intereses.
La ira no significa necesariamente agresión. Esta emoción puede estar provocada por otros elementos como el estrés, la frustración, la desatención, la imposición de alguna cosa, insultos, etc. (Harmon-Jones et al., 2001). Estas situaciones hacen que la furia se dispare. El objetivo de la ira suele ser siempre el mismo: conseguir poder, dominación y beneficio.
En síntesis, los tres detonantes de la ira más importantes son:
Las reacciones de la ira son muchas y de distinta naturaleza, desde reacciones en la voz, la expresión facial, la postura corporal, la dirección de la mirada, procesos cognitivos y/o comportamientos estratégicos como la evitación o el rodeo.
La ira puede activar circuitos cerebrales relacionados con la lucha o la huida. Estas reacciones se producen gracias a la secreción de hormonas como la adrenalina o la noradrenalina en el tronco encefálico (cerebro límbico).
Las reacciones neuronales de la ira permiten redistribuir la energía en el cuerpo para defenderse (Averill, 1982) y focalizar la atención en las barreras externas.
La estructura cerebral de esta emoción depende del detonante y la persona; está muy ligada a la hostilidad-agresividad, a otras emociones como el miedo (amígdala), y a otras funciones como la modulación emocional (zona orbitofrontal).
De acuerdo con la psicología de las emociones (Ekman, 1989), la ira es una emoción primaria, presente en todos los seres humanos, con un procesamiento cerebral distintivo, y la expresión facial es universal (modelo discreto).
Las emociones primarias se caracterizan por ser universales y tener una expresión facial específica, que es innata y heredada. Estas son las emociones primarias: felicidad, tristeza, miedo, asco, sorpresa, ira y desprecio.
Cuando alguien está enfadado se ve. Otra cosa bien distinta es que la persona quiera mostrarlo, aunque siempre es visible. Las personas suelen mirar a la cara para ver como de enfadada esta otra persona, que características físicas puede poseer y que probabilidad hay de que nos agreda (Sell et al., 2014).
El lenguaje corporal de la ira cambia nuestro cuerpo, la tensión en algunas partes aumenta (dimensión de activación – Tomkins, 1963). Si la emoción es contenida, las manos y los brazos se tensan y se juntan al cuerpo. Las personas sentadas suelen cerrar las manos entrelazando los dedos fuertemente. También puede que lo hagan con las piernas.
Los indicadores no verbales de la expresión facial de la ira son: