Otros estudios científicos han criticado el paradigma des del cual se ha demostrado la existencia de una expresión universal (Russell, 1991, 1994).
Estas posiciones (ecológicas) sostienen que los investigadores fuerzan a escoger entre opciones limitadas o predeterminadas, y que cada cultura puede tener su propia forma de nombrar a las emociones, creando cierta confusión en los sujetos de los estudios (crítica lingüística).
También se ha sostenido que el contexto, así como el movimiento (contrario a lo estático), influyen en el etiquetamiento de una emoción. Las fotografías sin fondo utilizadas en algunos estudios son fuentes de información limitadas que influyen en los sujetos.
Estas y otra críticas han sido contraargumentadas con nuevos estudios más refinados que utilizan vídeos, fondos distintos y estudios sobre el nombre de las emociones en distintas lenguas. La conclusión ha sido que la cultura tiene un papel importante en la representación de las emociones en el lenguaje, las consecuencias sociales de cada emoción o la actitud ante cada una, pero la configuración facial de los músculos siempre es la misma cuando se siente desprecio por algo o alguien.