
¿Sabías que hasta los años 80 y 90 se sabía de seis expresiones faciales de las emociones iguales en todo el mundo? Más tarde, demostraron que había una séptima expresión específica y única, aunque con cierta crítica, ya es aceptada en el ámbito académico y científico a pesar de que muchos profesionales siguen creyendo que son seis.
El descubrimiento de la expresión facial universal de desprecio por Ekman y Friesen (1986) provocó cierto revuelo en el ámbito científico. A pesar de ello, se ha demostrado que esta es la séptima expresión facial universal que se conoce (Matsumoto y Ekman, 2004).
Los estudios en diferentes culturas y partes del mundo (Polonia, Hungría, Vietnam, Japón…), mostrando fotografías de todas las expresiones faciales además de la de desprecio (Matsumoto, 1992), demuestran la universalidad específica de esta expresión con un alto porcentaje de coincidencia.
El desprecio es una emoción negativa, y algunos autores la relacionan con las emociones de ira y asco por ser hostiles (Izard, 1971). Esta emoción surge como reacción a algún evento o comportamiento de otra persona, que tiene un impacto negativo en la propia estima o en los valores personales. La diferencia con otras emociones es que es fría, es decir, no causa una activación (arousal) elevada.
Otros estudios científicos han criticado el paradigma des del cual se ha demostrado la existencia de una expresión universal (Russell, 1991, 1994).
Estas posiciones (ecológicas) sostienen que los investigadores fuerzan a escoger entre opciones limitadas o predeterminadas, y que cada cultura puede tener su propia forma de nombrar a las emociones, creando cierta confusión en los sujetos de los estudios (crítica lingüística).
También se ha sostenido que el contexto, así como el movimiento (contrario a lo estático), influyen en el etiquetamiento de una emoción. Las fotografías sin fondo utilizadas en algunos estudios son fuentes de información limitadas que influyen en los sujetos.
Estas y otra críticas han sido contraargumentadas con nuevos estudios más refinados que utilizan vídeos, fondos distintos y estudios sobre el nombre de las emociones en distintas lenguas. La conclusión ha sido que la cultura tiene un papel importante en la representación de las emociones en el lenguaje, las consecuencias sociales de cada emoción o la actitud ante cada una, pero la configuración facial de los músculos siempre es la misma cuando se siente desprecio por algo o alguien.
El indicador no verbal validado que más estudios lo respaldan es la tensión unilateral de una comisura labial (Ekman y Friesen, 1986).
Los indicadores no verbales de la expresión facial de desprecio son:
Una de las situaciones en las que la detección del desprecio es interesante es en las identificaciones y entrevistas policiales, ya que informan de una actitud poco colaboradora de la persona, e incluso puede ser el inicio de una conducta hostil o violenta.
También es útil a la hora de identificar temas o personas de interés para dirigir un interrogatorio y detectar mentiras, ya que la persona emitirá esta expresión facial cuando no quiera hablar de ello o quiera ocultar información.