El azul, por ejemplo, simboliza la lágrima-tristeza, el rojo el fuego de la ira con forma de tocho cuadrado. En cambio, el verde es el color del asco, y simboliza el personaje como un brócoli. Existe todo un arte no verbal que dibuja los gestos, la expresión facial, y el lenguaje corporal de cada personaje, acorde a la emoción que representa.
Lo divertido de ver esta película es que nos sentimos identificado con la interacción enloquecida e incontrolada que experimentamos con nuestras emociones en nuestro interior en algunas ocasiones. En este caso, la protagonista es una niña que está pasando hacia la pubertad, y los cambios vitales marcan un proceso de cambio emocional y personal importante.
Si quieres saber más sobre el mapa emocional de nuestro interior y cómo se activan, lee el artículo sobre el Atlas de las emociones de Paul Ekman.
Filmaffinity puntúa a esta película nada más y nada menos que con un 7,8.
¡Sin duda es una película de niños hecha para adultos y en la que todos disfrutan!