Agresividad, una expresión universal

Todo el mundo es capaz de imaginar la agresividad en una cara. Esto no es nada raro, ya que saber identificar los signos no verbales de hostilidad ha tenido un sentido a lo largo de nuestra evolución (la de los animales).

Imagen de la Expresión de las emociones en el hombre y los animales. Charles Darwin (1872)

Evolución de la agresividad

La psicología evolutiva nos permite entender que la agresividad no tiene por qué ser negativa, sino que tiene una función positiva en la regulación de las relaciones humanas y la prolongación de la especie (modelo etológico).

Imaginemos el caso de que alguien que nos confunde con otra persona en la calle, nos quiere golpear. ¿Aceptaríamos no poseer el “poder” o la capacidad de ponernos agresivos en este caso? ¿Qué harías si te encuentras con un perro o un lobo que quiere morderte? Pues eso es lo que ha hecho la evolución de las especies. Ha seleccionado aquellas reacciones y capacidades que tienen una utilidad para la supervivencia. Y la agresividad es una de ellas.

La mayoría de los animales y humanos reaccionan de forma agresiva cuando se sienten amenazados, por ejemplo, cuando invaden su territorio o toman algo que no es suyo.

Por lo tanto, la agresividad es un potencial innato heredado a lo largo de las generaciones de la especie (filogenética).

Psicobiología de la agresividad

La agresividad puede ser estudiada des de muchos puntos de vista como la psicología, la biología, la etología o la endocrinología, entre otros (Pinel, 2001). Una de las tendencias actuales para estudiar el comportamiento es la psicobiología, la cual se define como el estudio de la relación existente entre la función cerebral y el comportamiento (Gil Verona et al., 2002).

Des de un punto de vista de la psicobiología, la agresividad se activa en unas zonas específicas del cerebro, diferentes a la de otras funciones cerebrales, como por ejemplo la memoria. El cerebro límbico es donde tienen lugar las emociones primarias, concretamente en las estructuras subcorticales del hipotálamo, el tronco del encéfalo y la amígdala. Las respuestas agresivas activan la zona mesolímbica y la corteza prefrontal.

Además de la localización cerebral, existen hormonas y neurotransmisores relacionados con la agresividad como la ausencia de serotonina (5-HT1B) (Kandel, Schwartz y Jessel, 2001) o el aumento de testosterona (Sanchez-Martin, 2000), aunque su correlación es todavía objeto de discusión científica.

La Expresión Facial (EF)

Las expresiones faciales de las emociones son movimientos musculares específicos asociados a la aparición de una de las emociones primarias.

La activación subcortical del cerebro en las expresiones faciales es conocida como la vía rápida neural para las expresiones emocionales involuntarias (LeDoux, 2000). Esto permite identificar a las EF fugaces de emociones verdaderas y no fingidas (Ekman, 2009).  Normalmente, las expresiones faciales universales se relacionan con las emociones de alegría, tristeza, asco, sorpresa, miedo, enfado y desprecio (emociones discretas).

Otras características de las EF reales propuestas por Ekman es que suelen manifestarse de forma asimétrica o incompleta, son cortas y rápidas, no se interrumpen, y surgen de forma repentina (Ekman, 1992). Esto puede variar según la situación y la intensidad emocional, ya que en muchos casos la agresividad es necesaria durante un periodo de tiempo prolongado (varios segundos, incluso minutos).

La Expresión Facial de la agresividad

Expresión facial de la agresividad

La agresividad se puede diferenciar de otras emociones (como la tristeza o el asco) gracias a que el cerebro se activa de forma distinta y también se expresa de forma diferente mediante el lenguaje no verbal.

La expresión facial de la agresividad es similar a la de la ira, pero tiene algunas diferencias. Las más importantes son una elevada exteriorización (gestos más visibles) e intensidad emocional. Las diferencias son bastante visibles en la boca y en el lenguaje del cuerpo, como las manos y el comportamiento espacial.

Los posibles indicadores no verbales de la expresión facial de agresividad son:

  • Ceño fruncido
  • Parpados tensos
  • Mirada fija
  • Dilatación de las fosas nasales
  • Labios estrechos
  • Dientes visibles
  • Tensión en la mandíbula y el cuello
  • Puños cerrados, o dedos en tensión

Conclusión

La utilidad principal de la agresividad es reaccionar de forma rápida y contundente ante una amenaza. Ahora bien, cuando alguien va a reaccionar de forma agresiva, identificar los signos del lenguaje no verbal puede salvarnos de sufrir daño, así como a terceras personas.

Saber identificar las señales de hostilidad para poder predecir un ataque es uno de los objetivos de nuestro curso de lenguaje no verbal: prevención de amenazas y ataques violentos.